Crónica a Tanatólogo Edwin Fernando Salinas

Arte en la muerte

Hablar de cuerpos o muertes muchas veces estremece o pone los pelos de punta, es un poco incómodo o raro que llegue alguien que arregle o vista cuerpos a su casa o al bar, a contarle como maquilló un cuerpo o que color de camisa le puso para que resaltaran sus pechos o no se notara mucho la vientre grande. 

Ser Tanatólogo es un trabajo del que Edwin Fernando Salinas, más que una profesión, lo hizo su vida, su sueño, Edwin, tiene más de 30 años de los cuales hacía cinco, había sufrido un accidente automovilístico dejándolo en cuidados intensivos, para luego tener una recuperación de cinco años con una que otra secuela. 

Hoy, él es un hombre feliz, un hombre que vive como si fuese el último, pues ha tenido que hacer centenares de reconstrucciones de cuerpos que muchas veces llegan separados, destruidos o hasta calcinados, es como ser un artista de esculturas de barro. Un artista del que muy poco se atreven a hablar porque, ¿A quien le gusta reconstruir, pegar, rellenar, vestir y maquillar cuerpos? Bien, son contados y Edwin es uno. Pues, dentro de sus sueños siempre estuvo que si alguno de sus papás llegaba a faltar, él sería el que lo vestiría y arreglaría para entregarlo y así lo hizo hace poco más de un mes, ya que, su padre falleció y aunque para nadie es un secreto que la muerte de un ser querido destruye y agobia, él tuvo el profesionalismo y la pasión de dejarlo como si estuviese vivo, lo inmortalizó, hizo de aquél cuerpo, una escultura que entre una y otra lágrima quedará en el recuerdo de él como el hecho más grande y valioso de toda su carrera.  

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