Soy la contemporaneidad de lo clásico

Me he adentrado tanto en encontrar la locura que conforma el lenguaje, que siento que la única conclusión a la que puedo llegar es que quien tuvo el atrevimiento de crearlo, ese mismo lo extingue en diferente época y no de manera consciente, sino por el simple hecho de que el tiempo no para y mucho menos la mente y el ingenio. Es por ello que, no soy más que una palabra vacía que lleva recuerdos de miles de personas que me usaron. 

Le temo al tiempo porque aquellos que han de conocerme, han venido desapareciendo junto con lo que soy y yo no tengo más alternativa que aceptar nuevas palabras con mi mismo significado, nuevas palabras que ni yo misma entiendo. ¿Por qué crearlas si ya estoy yo? O es que, ¿Acaso estoy muy vieja para ser usada por una persona joven? No lo sé, solo sé que no puedo concordar en algo con lo que el lingüista estadounidense Noam Chomsky afirma, y es que el lenguaje de hoy no es peor que el de ayer. Es más práctico como en el mundo que vivimos. ¡No, Señor Noam Chomsky! El nuevo lenguaje juvenil con términos como gonorrea, perrito, lámpara, chinche que hace referencia a persona, amigo o compañero, es perverso, eso no lo hace más practico o más fácil, solo acolita la estupidez humana. 

¿Por qué normalizar aquellos términos con significados específicos y llevarlos a otros contextos? ¿Por qué debemos las palabras clásicas (si es que nos podemos llamar así), aguantarnos el olvido, ya que, según los jóvenes,  no nos escuchamos tan bien o atractivas? Me siento agotada en querer perdurar en el lenguaje, en ese lenguaje que a veces tienen cortos circuitos y termina en el Alzheimer. Es por ello que digo que soy la contemporaneidad de lo clásico, soy el "oufit" que quiere decir "ropa del día", el "encule" que es "estar enamorado", el "sisas" que es "Sí", el "nokas" que es no, el "chinche", "pana",  "ñero", "socio", "chinga", "marica", "huevón", "lámpara" y otros términos que quizá se me escapan, que  hacen referencia a "persona" o "amigo". 

Entonces, en teoría, soy la base del lenguaje que hoy en día usan, soy la esencia y la inspiración de las nuevas palabras raras y exorbitantes. Soy el autor o la idea en que muchos se basaron para crear unas nuevas, pertenecientes a un solo circulo social,  a los jóvenes. 

No me queda más que agradecer al hombre que se sentó en una máquina de escribir y me plasmó en una hoja, como también al tatarabuelo, bisabuelo, abuelo y padre que se las ingenio por dejar el legado del buen lenguaje, de la exquisitez que produce al timbrarlo con las cuerdas vocales, como cuando se toma una buena taza de café en la mañana, mientras se escucha el sonido de los pájaros. El buen lenguaje en el alguien, hace que se me pongan las letras de punta y me encanta, pues no es más que jugar con melodía que las conforma y la odisea que les rodea. 


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